viernes, 28 de noviembre de 2014

Entregarles cuerpo y alma, ser el vuelo de sus alas


[Mediodía del viernes 28 de noviembre de 2014]

Es algo indescriptible lo que siento por ustedes.
Todo empezó en 2011 con "Chau", la primer canción de ustedes que aprendí.
El 14 de abril de 2013, mi primer recital, en el cual canté sólo una canción porque no sabía más, pero estoy segura que sentí todas. Después de ese recital bajé su discografía. Con el tiempo fui aprendiendo casi todas las letras... las fui sintiendo, comprendiendo a mi manera y tratando de encontrarle el significado que le dieron ustedes.
El 8 de marzo de 2014 fue el segundo recital, al que fui con mucho esfuerzo por parte de mi tío, su pareja y su hijo. Ellos estaban muy cansados y yo muy esperanzada por ir. Me había preparado mucho tiempo para esa fecha, pero ese día me habían dicho que no íbamos porque mi tío se sentía muy cansado y se complicaba para ir; por eso puse el mayor esfuerzo, todas mis ganas para poder verlos hasta que me dijeron que sí, que al final íbamos. Ya que teníamos aproximadamente tres horas hacia Villa María (donde fue el recital) salimos enseguida de la casa de mi abuela, yo con mi remera de NTVG que compré en el recital anterior y muy manija, mi tío con su auto y casi sin plata (por lo que tuvimos que recorrer tres bancos para conseguirlo), su pareja apurada con su bolso recién preparado y su hijo con mal humor. Al final llegamos al lugar donde se hizo el recital un rato antes de que empiece todo. Compramos las entradas en puerta y pasamos, fuimos a la platea, al último lugar, al más lejano... obviamente eso no fue impedimento alguno para poder gritar, cantar, saltar, sentir, sonreír y llorar todas sus canciones. Fue una experiencia única.
En agosto o septiembre, no recuerdo bien cuándo, soñé con ustedes, que venían a Paraná y yo iba a su recital; me levanto y entro a Facebook, la primer publicación en el inicio era una entrada de NTVG en Paraná para noviembre. No lo podía creer. Le digo a mi mamá (a los gritos y muy emocionada) que iban a venir. En ese momento estaba trabajando y ahorrando para poder verlos el 4 de septiembre en La Falda, recital al que no pude ir, con esa plata me compré lo antes que pude la entrada número 59 para poder verlos acá. Cuando le conté a mi hermano de siete años sobre esa entrada él también quiso ir; al final mi papá, mi mamá y mi hermano compraron entradas para ellos.
Apenas salió "El tiempo otra vez avanza" me dirigí eufóricamente a comprarlo, por eso fui la primer persona en la capital de Paraná que compró su CD. Ese día, también compré una remera que había encargado con el logo de NTVG adelante.
Tiempo después salió la entrada para la segunda fecha (29 de noviembre), como no sabía si podía ir la compré una semana antes y la guardé, con las otras, en mi caja de cosas especiales y con mucho significado para mí.

[Después del recital del 28 de noviembre de 2014 en Paraná]

INFINITAS GRACIAS, NO TE VA GUSTAR.
A pesar del dolor en mis gemelos y mi garganta estoy muy feliz; supongo que es por el amor que les tengo, por lo que disfruto con sus canciones y sus recitales, por lo que tuve que hacer para poder ir y pagar las entradas, por ir con mi familia y encontrarme y conocer gente ahí, por sentir cada letra, cada nota y cada sentimiento, por todo el tiempo que estuvieron (sin darse cuenta) a mi disposición haciendome llorar, reír, cantar, saltar, gritar o lo que me haya sido necesario en el momento.

Simplemente gracias por todo.
Los quiero mucho.
Ireí.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Miradas

Me acuerdo de él y de todas esas miradas de reojo, de esos ojos que dependiendo el tiempo cambiaban de color. Y no sólo de color… a veces los veía tristes, otros fantásticos, otros rebosaban de alegría, pero siempre me lastimaba. Me lastimaba verlo así por culpa de alguien que supongo que no lo merecía, ella no era digna de sus sonrisas fugaces que pasaban por esos ojos cambiantes cuando él escuchaba su nombre. No era digna, pero sí culpable de que esa mirada no tuviera el suficiente brillo como para iluminar mi alma a sabiendas de que él no sentía nada por mí. Pero yo no perdía la esperanza de que algún día me quisiera como la quiere a ella… ese amor ciego que sentía por una persona no digna de él. Él y sus ojos. Sus ojos y él. Él y su humor, cambiante, aunque siempre persistía esa sinceridad que a pesar de ser dolorosa a veces, te ayudaba a sacar esa tela negra que había entre el espejo y la visión con la cual, ya despejada, podías ver todo lo que había en tu interior y tu alrededor, también. Ese alrededor gracias al cual reís viendo a toda esa gente diferente a vos y gracias al cual liberás todo el dolor que sentís por dentro, con esa carcajada tan inaudible para algunos pero tan hermosa para otros que en silencio sienten lo mismo por tus ojos. Ojos hermosos, infinitos, inalcanzables, transparentes. Ojos que enamoran callados, libres, sin aparentar nada más que la realidad. Realidad de la que uno escapa pensando que es mejor si uno lo hace soltando todo ese dolor que se deposita en la mirada de otra persona que, inteligentemente, lo transforma en un amor pasional e incondicional. Amor que después es destrozado gracias a otra persona que, inocente, no sabe el dolor o el placer que puede causar con una mirada que trata de acallar, retándola a un duelo de más dolor o sanación. Sanación que sale ganando y aliviando a muchas otras miradas que agradecen sin pensar que gracias a unos ojos todo ese dolor trascendental pudo ser destruido. Gracias a una mirada que pudo hallar la forma de desechar todo ese mal que le causaba esa lucha de amor. Amor que después pudo ser curado pero también, conscientemente, recordando las heridas que le causaron para después no volver a filtrarse en ese dolor.